El latido detrás del misterio

Conoce el mito. Vive una experiencia latina moderna en Orlando con sabores intensos, cocteles, ritmos en vivo y energía nocturna que celebran la cultura latina en una noche inolvidable.

El Mito

En el alba del tiempo, cuando los dioses aún caminaban entre fuego y selva, reinaba Hipólita, diosa del Amazonas, guardiana del deseo, el misterio y el pulso salvaje de la naturaleza. Su poder era temido, su belleza inigualable, y su voz podía hacer temblar la tierra. Pero incluso una diosa puede conocer la soledad.

Una noche, desde su templo dorado cubierto de enredaderas, Hipólita vio a un mortal. Era un hombre sencillo, pero su risa tenía la fuerza de un río y sus ojos la calma del cielo. Ella descendió de los cielos para conquistar su corazón no con poder, sino con placer.

Invocó las frutas más dulces del Caribe, las especias más intensas de Latinoamérica, el cacao oscuro del alma y el fuego lento del ron, como un beso que perdura. Así nació el banquete de los dioses, un festín para despertar cada sentido y unir el cielo y la tierra en una sola mesa.

Pero el mortal no cedió a sus encantos. Su corazón pertenecía a otra mujer —una mortal— y ni el festín más exquisito ni los hechizos de una diosa pudieron apartar su amor. Por primera vez, Hipólita sintió lo que ninguna diosa había sentido: el desamor. El dolor de amar sin ser amada.

Encerrada en su dolor, juró convertir su vacío en un regalo para la humanidad. Creó un santuario donde los mortales pudieran sentir lo que ella sintió: el fuego del deseo, la dulzura de la nostalgia y la belleza de lo que no puede poseerse. Lo llamó La Tusa, un templo de sabor, ritmo y alma donde cada plato, cada sorbo y cada canción son el eco del amor que Hipólita no pudo reclamar. Dicen que cuando el ron huele a humo y los tambores laten suavemente en la noche, Hipólita regresa no a buscar al hombre que la rechazó, sino a ofrecer su banquete eterno a quienes deseen conectar, sanar o simplemente llenar su vacío con sabor, música y anhelo. Porque en La Tusa, todos somos parte dios, parte humanos y cada uno, a su manera, baila con su desamor.